El nuevo puesto de Ivonne
Martes 11 de Diciembre de 2012 hrs.
Un auténtico premio de consolación es el que recibirá la ex gobernadora Ivonne Ortega Pacheco hoy con su nuevo cargo de secretaria general del PRI. Sus ambiciones se dispararon muy alto, pero la realidad la volvió a poner en tierra. Cuando estaba en la fase final de su gobierno, sus más cercanos personeros pregonaban que ocuparía una cartera en el gabinete del jefe real de los priístas del país, Enrique Peña Nieto, al llegar éste a la Presidencia.
Una vez integrado el equipo presidencial del primer nivel, sin que nada le tocara, entonces esparcieron el rumor de que sería la presidenta del poderoso instrumento electoral que usan los gobiernos de ese signo partidista para mantenerse en el poder o recuperar espacios perdidos. Ahora tendrá que conformarse con el segundo puesto en importancia en el organigrama de esa agencia electoral.
Así son las reglas del juego que tienen que acatar quienes pertenecen al grupo de políticos oportunistas y convenencieros -sustituidos, con el paso de los años, por nuevas generaciones formadas en el viejo espíritu de los antecesores-, que desde 1929 hasta 2000 gobernaron al país desde la presidencia -y ahora han vuelto-, y que desde el primero de esos años se apoderaron en todos los Estados de la república de sus gobiernos. Actualmente tienen a 20 bajo su control, 11 de los cuales de manera ininterrumpida desde hace más de 80 años, pues en éstos no ha habido alternancia.
Los “democráticos” miembros del partido están sujetos a lo que digan quien o quienes realmente lo dirigen, sin perder de vista que al recuperar la Presidencia de México otra vez ha retornado a la escena -ante los ojos de todo el que lo quiera ver- el espectáculo previsible del dedo presidencial para decidir quién ocupa qué cargo y de qué nivel dentro del partido oficial.
Por eso es que a la señora Ivonne Ortega no le queda otra que resignarse y jugar con las reglas del juego que ella misma usó, cuando los gobernadores eran quienes dirigían el juego antidemocrático de su partido, a falta del viejo presidencialismo que durante 12 años estuvo fuera, pero que ahora retornó y al que tienen que acatar los señores feudales de les Estados o quienes antes, como Ivonne, lo fueron.
No obstante y -como parte de su premio- por haber servido fielmente a quien le está dando la oportunidad de seguir prendida a la ubre presupuestal, la señora ha anunciado que se llevará para que la ayuden en la “magna tarea” que el puesto significa, a cuatro de sus achichincles, obviamente no con cargo a su bolsillo, sino al de los contribuyentes, muchos de los cuales siguen pensando ingenuamente que el PRI ha cambiado.
Así es que no sólo tendremos que seguir sosteniendo las frivolidades de esta mujer que cuando fue gobernadora no hizo más que viajar, festejar, simular, posar, lloriquear, saquear, endeudar -al Estado- y, sobre todo, comprar votos para perpetuar a su partido en el poder, en lugar de gobernar, sino que tendremos que cargar también con el pago de su capricho de llevarse una corte de acompañantes, cuyos sueldos y otros privilegiados gastos, que no han de ser bajos, correrán también por cuenta del erario.
El episodio nos pone ante los ojos algunas enseñanzas: uno, que es falso que el nuevo gobierno de la república esté presidido por alguien que se proponga cambiar las viejas formas priístas de conducir al país; dos, que tampoco el viejo partido ha cambiado ni, mucho menos, piensa cambiar: sigue siendo tan antidemocrático como antes pues -algo fundamental-, a sus dirigentes los pone una sola persona; y tres, que es ingenuo creer que sin que cambie lo anterior, con la simple firma de un “Pacto”, empedrado de buenas intenciones -como el camino al infierno- saldrá al país de la grave situación en que se encuentra. Mientras no haya en México una auténtica democracia, el país no cambiará.- Mérida, Yucatán.
Diario de Yucatán
Una vez integrado el equipo presidencial del primer nivel, sin que nada le tocara, entonces esparcieron el rumor de que sería la presidenta del poderoso instrumento electoral que usan los gobiernos de ese signo partidista para mantenerse en el poder o recuperar espacios perdidos. Ahora tendrá que conformarse con el segundo puesto en importancia en el organigrama de esa agencia electoral.
Así son las reglas del juego que tienen que acatar quienes pertenecen al grupo de políticos oportunistas y convenencieros -sustituidos, con el paso de los años, por nuevas generaciones formadas en el viejo espíritu de los antecesores-, que desde 1929 hasta 2000 gobernaron al país desde la presidencia -y ahora han vuelto-, y que desde el primero de esos años se apoderaron en todos los Estados de la república de sus gobiernos. Actualmente tienen a 20 bajo su control, 11 de los cuales de manera ininterrumpida desde hace más de 80 años, pues en éstos no ha habido alternancia.
Los “democráticos” miembros del partido están sujetos a lo que digan quien o quienes realmente lo dirigen, sin perder de vista que al recuperar la Presidencia de México otra vez ha retornado a la escena -ante los ojos de todo el que lo quiera ver- el espectáculo previsible del dedo presidencial para decidir quién ocupa qué cargo y de qué nivel dentro del partido oficial.
Por eso es que a la señora Ivonne Ortega no le queda otra que resignarse y jugar con las reglas del juego que ella misma usó, cuando los gobernadores eran quienes dirigían el juego antidemocrático de su partido, a falta del viejo presidencialismo que durante 12 años estuvo fuera, pero que ahora retornó y al que tienen que acatar los señores feudales de les Estados o quienes antes, como Ivonne, lo fueron.
No obstante y -como parte de su premio- por haber servido fielmente a quien le está dando la oportunidad de seguir prendida a la ubre presupuestal, la señora ha anunciado que se llevará para que la ayuden en la “magna tarea” que el puesto significa, a cuatro de sus achichincles, obviamente no con cargo a su bolsillo, sino al de los contribuyentes, muchos de los cuales siguen pensando ingenuamente que el PRI ha cambiado.
Así es que no sólo tendremos que seguir sosteniendo las frivolidades de esta mujer que cuando fue gobernadora no hizo más que viajar, festejar, simular, posar, lloriquear, saquear, endeudar -al Estado- y, sobre todo, comprar votos para perpetuar a su partido en el poder, en lugar de gobernar, sino que tendremos que cargar también con el pago de su capricho de llevarse una corte de acompañantes, cuyos sueldos y otros privilegiados gastos, que no han de ser bajos, correrán también por cuenta del erario.
El episodio nos pone ante los ojos algunas enseñanzas: uno, que es falso que el nuevo gobierno de la república esté presidido por alguien que se proponga cambiar las viejas formas priístas de conducir al país; dos, que tampoco el viejo partido ha cambiado ni, mucho menos, piensa cambiar: sigue siendo tan antidemocrático como antes pues -algo fundamental-, a sus dirigentes los pone una sola persona; y tres, que es ingenuo creer que sin que cambie lo anterior, con la simple firma de un “Pacto”, empedrado de buenas intenciones -como el camino al infierno- saldrá al país de la grave situación en que se encuentra. Mientras no haya en México una auténtica democracia, el país no cambiará.- Mérida, Yucatán.
Diario de Yucatán