La diferencia de la pobreza del campo y la ciudad.
Lunes 12 de Marzo de 2012 hrs.
Recientemente estuve en un viaje personal por las tierras de Guerrero, entre Chilpancingo y Acapulco, en una parte del estado caracterizado por tener muchas montañas y muchos campesinos; o lo que es lo mismo, mucha gente pobre.
Ciertamente es evidente la pobreza, pues sólo hace falta entrar a las casas, ir al baño, lavar los trastes, sentarse a comer, etc., etc., para darse cuenta que el dinero no corre a raudales en estos pequeños poblados olvidados en medio de las montañas.
Los ingresos de los campesinos son muy limitados: si tienes tierras te puedes poner a cosechar algo y cruzar los dedos para que el año no sea malo y haga buena lluvia, que no sea ni poca ni mucha, que no afecte adversamente la cosecha. Igualmente, en algo que no tiene que ver con la lluvia, estos campesinos también tienen que cruzar los dedos para que esos rateros bribones que durante la noche recogen los frutos de arboles ajenos, no decidan ir a sus tierras.
Si el campesino no tiene tierras, la opción es trabajar de peón en las cosechas de otros para obtener el sustento, o trabajar dando servicios a los campesinos que tienen tierras o que son peones: los que hacen comida, el peluquero, el panadero, o cualquier otro servicio.
Efectivamente, el dinero es poco en esas tierras; sin embargo, a pesar de esta situación, me impresionó ver la alegría con que viven, esa tranquilidad que parece estar ausente, o en niveles ya muy bajos en la ciudad. Después de una vida en ciudades, estar en un lugar donde la gente se saluda y se sonríe, es realmente impresionante.
Por ejemplo, en el DF solo basta salir a la zona del centro de la ciudad, por decir una ubicación, para ver la pobreza de la gente. Toda una variedad de servicios ofrecidos por gente de bajos recursos que se ganan su sustento cada día. El objetivo, ganar el sustento, no es diferente en el campo que en la ciudad; pero la manera cómo se viven las cosas sí que es muy diferente.
Ese saludar de la gente, esa sonrisa, ese trato cálido y amable, parecen estar olvidados, o sepultados por la selva de asfalto. No estoy seguro de la razón. Puede que sea que en el campo sabes que aunque tengas casi nada, te puedes ir al campo y algo encontraras para mantenerte. Puedes ir al monte y conseguir leños para calentar la comida.
Puedes ir a monte a conseguir plantas comestibles que tal vez vendas en el mercado. En el DF eso es imposible. O te consigues dinero para comprar el gas o no calientas nada. Tienes que conseguir dinero para comprar algo que después se revenderá, o alguien que te compre un servicio para obtener dinero.
No sé si sean este tipo de cosas o no, pero lo que sí sé es que un pobre del campo es muy diferente al pobre de la ciudad. Al ver las actitudes, la manera de llevar el día a día, la sonrisa, el saludo, la mirada, el andar, a mi me queda claro que ante esto yo me quedo con el campo. Sí señor.
www.rema.org.es
www.rehuba.org
Ciertamente es evidente la pobreza, pues sólo hace falta entrar a las casas, ir al baño, lavar los trastes, sentarse a comer, etc., etc., para darse cuenta que el dinero no corre a raudales en estos pequeños poblados olvidados en medio de las montañas.
Los ingresos de los campesinos son muy limitados: si tienes tierras te puedes poner a cosechar algo y cruzar los dedos para que el año no sea malo y haga buena lluvia, que no sea ni poca ni mucha, que no afecte adversamente la cosecha. Igualmente, en algo que no tiene que ver con la lluvia, estos campesinos también tienen que cruzar los dedos para que esos rateros bribones que durante la noche recogen los frutos de arboles ajenos, no decidan ir a sus tierras.
Si el campesino no tiene tierras, la opción es trabajar de peón en las cosechas de otros para obtener el sustento, o trabajar dando servicios a los campesinos que tienen tierras o que son peones: los que hacen comida, el peluquero, el panadero, o cualquier otro servicio.
Efectivamente, el dinero es poco en esas tierras; sin embargo, a pesar de esta situación, me impresionó ver la alegría con que viven, esa tranquilidad que parece estar ausente, o en niveles ya muy bajos en la ciudad. Después de una vida en ciudades, estar en un lugar donde la gente se saluda y se sonríe, es realmente impresionante.
Por ejemplo, en el DF solo basta salir a la zona del centro de la ciudad, por decir una ubicación, para ver la pobreza de la gente. Toda una variedad de servicios ofrecidos por gente de bajos recursos que se ganan su sustento cada día. El objetivo, ganar el sustento, no es diferente en el campo que en la ciudad; pero la manera cómo se viven las cosas sí que es muy diferente.
Ese saludar de la gente, esa sonrisa, ese trato cálido y amable, parecen estar olvidados, o sepultados por la selva de asfalto. No estoy seguro de la razón. Puede que sea que en el campo sabes que aunque tengas casi nada, te puedes ir al campo y algo encontraras para mantenerte. Puedes ir al monte y conseguir leños para calentar la comida.
Puedes ir a monte a conseguir plantas comestibles que tal vez vendas en el mercado. En el DF eso es imposible. O te consigues dinero para comprar el gas o no calientas nada. Tienes que conseguir dinero para comprar algo que después se revenderá, o alguien que te compre un servicio para obtener dinero.
No sé si sean este tipo de cosas o no, pero lo que sí sé es que un pobre del campo es muy diferente al pobre de la ciudad. Al ver las actitudes, la manera de llevar el día a día, la sonrisa, el saludo, la mirada, el andar, a mi me queda claro que ante esto yo me quedo con el campo. Sí señor.
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