La magistral obra de teatro de Calderón en Chapultepec.
Viernes 10 de Febrero de 2012 hrs.
El mensaje fue claro. Ayer, el presidente de los mexicanos, Felipe Calderón Hinojosa, emulando la Marcha de la Lealtad” que hiciera el presidente Francisco I. Madero hace ya 199 años, hizo saber a la nación, en una bien estructurada representación, varios puntos sin discursos de por medio.
Todo sucedió en la ceremonia militar que presidió para conmemorar el XCIX Aniversario de esa Marcha, la cual realizó Madero en aquel México que despertaba convulso en medio de complicadas circunstancias para la República, que iniciaba un dilatado proceso para consolidar su democracia.
Se avizoraba el cuartelazo, en aquel 9 de febrero de 1913. Y, enterado de la perturbación que existía, el presidente Madero ordenó al subdirector del Colegio Militar reuniera a personal del plantel para darle seguridad.
Todo sucedió en la ceremonia militar que presidió para conmemorar el XCIX Aniversario de esa Marcha, la cual realizó Madero en aquel México que despertaba convulso en medio de complicadas circunstancias para la República, que iniciaba un dilatado proceso para consolidar su democracia.
Se avizoraba el cuartelazo, en aquel 9 de febrero de 1913. Y, enterado de la perturbación que existía, el presidente Madero ordenó al subdirector del Colegio Militar reuniera a personal del plantel para darle seguridad.
“Van a escoltarme en columna de honor hasta el Palacio Nacional para demostrar al pueblo capitalino que hemos triunfado derrotando a los infidentes desleales", diría el presidente Madero al comandante de la Guarnición, quien le había informado que el Palacio Nacional estaba en poder de las tropas leales.
Para, acto seguido, ordenara ser escoltado en columna de honor hasta el Palacio Nacional para demostrar al pueblo capitalino su triunfo, derrotando a los infidentes desleales.
Calderón, como lo hiciera montado en un caballo tordillo el Apóstol de la Democracia, se subió también en un caballo tordillo llamado "Honrado", en cuya montura estaban plasmadas las cinco estrellas de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, saludó al Lábaro Patrio y, con bandera en la diestra, lentamente abandonó el patio central del Castillo de Chapultepec flanqueado por una compañía montada de cadetes del Colegio Militar hasta la residencia oficial de Los Pinos.
En este tiempo electoral, y en medio del “fuego amigo”, de los ataques externos, de los partidos políticos y candidatos, del jaloneo electoral, de la violencia, de las vicisitudes, de la pobreza de sus gobernados y de un largo etcétera; quizá Calderón dejó claro, entre otros puntos que, el triunfo del panismo y de su gobierno son incuestionables, que las Fuerzas Armadas de México -de la cual es el Comandante Supremo-, le son leales y protegen y, que el camino hacia la presidencia, seguirá siendo tan azul como el mismo cielo que lo cobijo el día de ayer, en tan impotente y significativa representación.
Para, acto seguido, ordenara ser escoltado en columna de honor hasta el Palacio Nacional para demostrar al pueblo capitalino su triunfo, derrotando a los infidentes desleales.
Calderón, como lo hiciera montado en un caballo tordillo el Apóstol de la Democracia, se subió también en un caballo tordillo llamado "Honrado", en cuya montura estaban plasmadas las cinco estrellas de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, saludó al Lábaro Patrio y, con bandera en la diestra, lentamente abandonó el patio central del Castillo de Chapultepec flanqueado por una compañía montada de cadetes del Colegio Militar hasta la residencia oficial de Los Pinos.
En este tiempo electoral, y en medio del “fuego amigo”, de los ataques externos, de los partidos políticos y candidatos, del jaloneo electoral, de la violencia, de las vicisitudes, de la pobreza de sus gobernados y de un largo etcétera; quizá Calderón dejó claro, entre otros puntos que, el triunfo del panismo y de su gobierno son incuestionables, que las Fuerzas Armadas de México -de la cual es el Comandante Supremo-, le son leales y protegen y, que el camino hacia la presidencia, seguirá siendo tan azul como el mismo cielo que lo cobijo el día de ayer, en tan impotente y significativa representación.