Las constituciones apostólicas para elegir al Papa.
Miércoles 13 de Marzo de 2013 hrs.
El martes 12 de marzo comenzará el Cónclave para la elección del nuevo Papa, regido por las constituciones apostólicas “Universi Dominici Gregis” (UDG) y “Normas Nonnulas” (NN), en las que se determina que la forma de elección del Papa es únicamente por escrutinio. Para la validez de la elección se requieren los dos tercios de los votos (UDG, 62).

El 12 marzo a las 10:00 hrs en la Basílica de San Pedro, los cardenales electores celebrarán la Misa "Para la elección del Pontífice”, presidida por el cardenal Decano Angelo Sodano. A las 15:45 hrs se trasladarán de la Casa “Santa Marta” a la Capilla Paolina. De ahí, a las 16:45 hrs irán en procesión a la Capilla Sixtina, donde harán el juramento de secreto y se pronunciará el “extra omnes”.

Luego de la meditación del cardenal Prosper Grech, procederán a la primera votación. A las 19:00 hrs rezarán las vísperas y regresarán a la Casa “Santa Marta”. A partir del 13 celebrarán la Misa a las 8:15 hrs en la Capilla Paolina. Ingresarán a la Capilla Sixtina a las 9:00 hrs, rezarán la Hora media y procederán a la votación. A las 12:30 hrs regresarán a la Casa “Santa Marta”. A las 16:00 hrs volverán a la Capilla Sixtina, rezarán y reanudarán la votación hasta las 19:00 hrs. Excepto el primer día, cada día habrá 4 votaciones: 2 por la mañana y dos por la tarde.

Las “fumatas”, que indican si la votación ha sido positiva o negativa, se producen con la quema de las papeletas de la votación final de la mañana o de la tarde (hacia las 12:00 hrs y hacia las 19:00 hrs). Si la elección se produjese en una votación intermedia, la fumata saldría a mitad de la mañana o de la tarde.

La papeleta en la que emitirán su voto los 115 Cardenales electores ha de llevar escritas en la mitad superior las palabras: Eligo in Summum Pontificem, en la mitad inferior debe dejarse espacio para escribir el nombre del elegido (UDG, 65).

Cada Cardenal elector, doblada la papeleta y teniéndola levantada, la lleva al altar, delante de los Escrutadores, y pronuncia en voz alta: Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido. Deposita la papeleta en el plato y con éste la introduce en la urna (UDG, 66). Si hay Cardenales electores enfermos en sus habitaciones de la Casa “Santa Marta”, tres Infirmarii recogen su voto en una urna cerrada (UDG, 67).

Los Escrutadores hacen la suma de los votos que cada uno ha obtenido y queman las papeletas. En el caso de que se debiera proceder inmediatamente a una segunda votación, las papeletas de la primera votación se quemarán junto con las de la segunda votación. También se quemarán los escritos de los Cardenales relativos al resultado de cada escrutinio (UDG, 70 y 71).

Luego de tres días de escrutinios sin resultado positivo, se hace pausa de un día para orar, reflexionar y dialogar, y se reanudan las votaciones. Si después de siete escrutinios no ha tenido lugar la elección, se hace otra pausa de oración, de coloquio y de exhortación. Se procede a otra serie de siete escrutinios. Si no se ha llegado a un resultado positivo, se dedicará un día a una pausa de oración, de coloquio y de exhortación. Después siguen otras siete votaciones.

Si las votaciones no tuvieran resultado positivo al llegar al undécimo día y el 34º escrutinio, se procederá a votar por los dos candidatos con el mayor número de votos, quienes no podrán votar. Resultará elegido el que obtenga los dos tercios de los votos (UDG, 74 y 75; NN).

Los Cardenales electores, para garantizar una mayor libertad, no tendrán contacto con el
mundo exterior. Han de abstenerse de toda forma de pactos u otros compromisos que los
puedan obligar a dar o negar el voto a uno o a algunos. No deberán dejarse llevar por
simpatías o aversiones, ni influencias o presiones. Antes bien, teniendo presente
únicamente la gloria de Dios y el bien de la Iglesia, después de haber implorado el auxilio
divino, han de dar su voto a quien, incluso fuera del Colegio Cardenalicio, juzguen más
idóneo para regir con fruto y beneficio a la Iglesia universal (UDG, 81 y 83).
Mientras se desarrolla la elección del Papa la Iglesia está unida con los Pastores y
especialmente con los Cardenales electores y pide a Dios un nuevo Papa. De esta
manera, la elección del nuevo Pontífice será, en cierto sentido, una acción de toda la
Iglesia. En todas las ciudades y poblaciones se debe orar al Señor (cf. Mt 21, 22; Mc 11,
24), para que ilumine a los electores y se alcance una pronta y fructuosa elección, como
requiere la salvación de las almas y el bien de todo el Pueblo de Dios (UDG, 83).
Se pide al que sea elegido que no renuncie al ministerio al que es llamado por temor a su
carga, sino que se someta humildemente al designio de la voluntad divina, confiando en
que Dios lo sostendrá (UDG, 86).

ACEPTACIÓN, PROCLAMACIÓN E INICIO DEL MINISTERIO DEL NUEVO PONTÍFICE

Realizada la elección canónicamente, el Cardenal Decano, o el primero de los
Cardenales por orden y antigüedad, en nombre de todo el Colegio de los electores,
pregunta al elegido: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice? Y, una vez
recibido el consentimiento, le pregunta: ¿Cómo quieres ser llamado? (UDG, 87).
Después de la aceptación, el elegido que ya haya recibido la ordenación episcopal, es
inmediatamente Obispo de Roma, Cabeza del Colegio Episcopal, y adquiere la plena y
suprema potestad sobre la Iglesia universal. Si el elegido reside fuera de la Ciudad del
Vaticano, se le llamará en secreto, según las normas del Ordo rituum Conclavis.

Si no tiene el carácter episcopal, será ordenado Obispo inmediatamente por el Decano del
Colegio de los Cardenales o, en su ausencia, por el Vicedecano (UDG, 88. 90).
Los Cardenales electores expresarán su respeto y obediencia al neoelegido Sumo
Pontífice. Dan gracias a Dios, y el primero de los Cardenales Diáconos anuncia al pueblo
la elección y el nombre del nuevo Pontífice, el cual inmediatamente después imparte la
Bendición Apostólica Urbi et Orbi desde el balcón de la Basílica Vaticana (UDG, 89).
El Cónclave se concluirá inmediatamente después de que el nuevo Papa haya dado el
consentimiento a su elección, salvo que él mismo disponga otra cosa. (UDG, 91). El
Pontífice, después de la solemne ceremonia de inauguración del pontificado y dentro de
un tiempo conveniente, tomará posesión de la Patriarcal Basílica Lateranense (UDG, 92).