Las terribles consecuencias de mentes retorcidas: Monterrey y Libia
Domingo 28 de Agosto de 2011 hrs.
La semana pasada hubieron dos eventos, que aunque separados por 10400 kilómetros, no dejan de tener muchos elementos en común: El asalto de Trípoli en Libia y el ataque al casino Royale en Monterrey. Trípoli es la capital de Libia, un país africano ubicado en el norte de ese continente. Libia ha estado inmersa en una cruenta guerra civil desde hace seis meses en un intento de sacar del poder a su líder, el coronel Muamar el Gadafi, quien se alzó en el poder mediante un golpe de estado perpetrado en 1969. Gadafi estuvo gobernando Libia con mano de hierro sin ninguna oposición, haciendo su voluntad, hasta el 2011, cuando se inició una rebelión contra él.

Alineado con los impresionantes cambios políticos que han ido ocurriendo en algunos países africanos, donde la presión social de miles y miles de personas saliendo a las calles a protestar ha resultado en la caída de varios dirigentes que habían estado muchos años en el poder, en Libia se inició el cambio. Gadafi se opuso frontalmente a sus opositores, y al grito de ratas asquerosas comenzó una masacre sin piedad a aquellos que osaban alzarse contra él ¿El resultado?, cientos de civiles inocentes muertos a manos de gentes leales a él o de plano mercenarios.

Al principio parecía que Gadafi ganaría fácilmente, pero la OTAN, posterior a una resolución de la ONU, se integró en el conflicto, ayudando a dar un giro radical a la rebelión. Ahora, de manera impresionante, los rebeldes libios están ganado el control de Trípoli de una manera totalmente inesperada y, afortunadamente, de una manera mucho menos violenta de lo que al principio se esperaba.

Sin embargo, muchas víctimas inocentes han ido, y siguen, cayendo a manos de francotiradores del régimen de Gadafi. La paranoia del coronel es inaudita; por ejemplo, al adentrarse en las mansiones y cuarteles de Gadafi se han encontrado túneles de muy difícil acceso, muy complejos, que requieren un trabajo de mucho tiempo y sofisticación para ser construidos. Al pensar en el nivel de distorsión mostrado en múltiples declaraciones hechas a lo largo de su mandato, y todavía más durante el conflicto, tiene mucha sensatez pensar que estas acciones son producto de una mente retorcida.

Lo mismo se puede pensar de inmediato del ataque en Monterrey. Lo sanguinario, el deseo de destrucción, la manera como se perpetró el ataque, el modus operandi, no puede uno menos que sentirse profundamente impactado al ver las terribles consecuencias que pueden ocurrir por en mentes así. A través de muchas de las cosas de la mente que he venido haciendo en los últimos años, que ha resultado, entre otras cosas, en las rutas de salida o la técnica rema, ciertamente me atrevo a decir que en todos hay algún cierto nivel de perturbaciones, que todos nos vemos afectados por muchas, muchísimas, cosas de nuestro sistema y del pasado, pero afortunadamente, muy afortunadamente, estamos lejos, pero muy lejos, de esos niveles mostrados en Libia o en Monterrey. Y aunque las perturbaciones existen y son reales, igual de real es el deseo de salir, de alejarse, de mejorar, de sanar.

La mayoría de nosotros tenemos ese deseo, lo que desgraciadamente parece no ocurrir entre aquellos que sólo buscan causar dolor mediante la violencia a cualquier costo. Un sincero pésame para todas la victimas de estas retorcidas mentes.